Art al Casino – “Enlazados” de Antonio Ros Sánchez

El arte de Tom Rock nace en la calle, en el humilde barrio alicantino de Juan XXIII en la década de los 80, cuando la zona norte de la ciudad se podría en la delincuencia y pobreza, en la enfermedad del sida y las dificultades familiares y económicas.

Allí, entre lo peor y mejor que puede depararle a uno la vida, se cría Tom Rock, palpando una realidad que, sin él saberlo todavía, le iba a aupar a la categoría de artista con una reconocida trayectoria y obra en España y Europa que se abre a la innovación y a la belleza, a la frescura y lo contemporáneo que conecta con lo urbano, con lo que nos une a todos, a la calle.

Así se explica este camino trazado por Tom Rock desde su infancia cuando a la falta de libros lo sustituyó por cuadernos de dibujo, primeros trazos y creaciones que le sirvieron como vía de escape, como pócima y oxígeno con que ir fabricando sus sueños.

Y así, de este modo, Tom Rock fue convirtiéndose en un referente entre los creadores callejeros, del grafiti, y uno de los pioneros del arte urbano en la década de los 80 en España. Lo suyo, la inspiración, es un conglomerado de séptimo arte, brake dance, hip-hop y humildad, calle, mucha calle, que le han catapultado a un prestigio, a una marca de respeto y creación en la belleza de sus imágenes que resuenan en Madrid o Barcelona y más allá.

Lo suyo es vocación y trabajo, es una necesidad que difícilmente puede encontrar una defición, una clasificación, ante una obra que se abre a lo colorido pero también al blanco y negro; con múltiples formas y contenidos; con sprai en mano o lo que fuere… lo suyo es heterogéneo, lo suyo es aquí y ahora, sin atender a cuestiones académicas ni modas.

El arte urbano de Tom Rock, efectivamente, no atiende a estas ni otras razones, tal y como ocurre con el lugar, el punto y espacio donde lo plasma: murales, mosaicos, pósters, fachadas, ayuntamientos, discotecas, museos, clubs de alterne –qué más da su fondo público, privado o concertado-. Lo que prevalece, lo sin duda más interesante, es dar con un arte en constante evolución que puede encerrar o no crítica, que permanece fiel a sus raíces humildes, y que sobre todo refleja la belleza de una imagen que atrapa al espectador.

De hecho, puede que el éxito de Tom Rock radique precisamente en este último aspecto, la sencillez de una belleza que no está encriptada, en un arte callejero que, sin más, puede emocionar a un adolescente y a un adulto por igual. De ahí que el artista esté a años luz de los clichés y estereotipos y se mueva con un lenguaje único pero fresco; complejo pero fácil; y de este contraste, del antítesis, contamos con una obra que se encuentra en el mayor de los escaparates: la calle.

El arte urbano de Tom Rock también es renovador e inspirador para las nuevas generaciones. Y, además, crítica contra el “bombardeo” (las firmas burdas de grafiti en barrios y paredes) y comprometida con los jóvenes, por lo que el artista no deja de asistir a cursos y talleres, institutos de Secundaria y donde fuere.